Editorial:
El negocio del miedo los peajes clandestinos que pagan los haitianos para cruzar la frontera.
En la frontera entre República Dominicana y Haití no solo se cruzan personas: se cruzan silencios, complicidades y billetes manchados de desesperación. Lo que debería ser una línea de control migratorio se ha convertido en una ruta comercial informal, donde el tráfico de personas se mezcla con la corrupción institucional y la indiferencia social.
Miles de haitianos indocumentados pagan peajes ilegales para poder cruzar hacia territorio dominicano. No hablamos de tarifas oficiales ni de procesos migratorios legales. Hablamos de pagos clandestinos a militares, civiles y redes organizadas que operan con total impunidad en puntos como Elías Piña, Dajabón, Jimaní y Pedernales.
Tarifas del sufrimiento
Según investigaciones recientes, el costo de cruzar desde Haití hasta ciudades dominicanas ha aumentado drásticamente.
Desde Elías Piña a Santo Domingo: más de RD$25,000 por persona.
Desde Dajabón a Santiago: RD$25,000, incluyendo pagos a militares en puestos de chequeo.
En rutas más cortas, como Dajabón a Santiago Rodríguez, el precio subió de RD$8,000 a RD$10,000.
Estos pagos incluyen lo que los traficantes llaman “poteo”: sobornos que deben entregar en cada punto de control para evitar detenciones. En algunos casos, se paga hasta RD$15,000 por puesto militar, lo que convierte el trayecto en una cadena de extorsión institucionalizada.
El rol de los “poteros” y la complicidad oficial
Los llamados “poteros” son contactos especializados en cruzar indocumentados desde Haití. Cobran RD$5,000 por cabeza para llevarlos hasta escondites en territorio dominicano, donde esperan a que se complete el grupo para partir hacia el destino final.
El alcalde de Dajabón, Santiago Riverón, ha denunciado que militares dominicanos participan activamente en este negocio, facilitando el ingreso ilegal a cambio de dinero. Lo más grave: los traficantes detenidos por Migración y el Ejército vuelven a las calles al día siguiente, gracias a un sistema judicial que no aplica consecuencias reales.
¿Negocio o negligencia?
Este fenómeno no es solo un problema migratorio. Es un negocio estructurado, sostenido por la debilidad institucional, la falta de voluntad política y la normalización del abuso. Cada haitiano que cruza la frontera pagando peajes ilegales no solo está siendo explotado: está siendo invisibilizado por un sistema que lucra con su vulnerabilidad.
Conclusión editorial
La frontera dominico-haitiana se ha convertido en un mercado de desesperación. Mientras el Estado habla de soberanía y seguridad, en el terreno operan redes que comercian con seres humanos. La migración irregular no se combate con muros ni con redadas, sino con transparencia, justicia y dignidad.
Como editor, denuncio este sistema de peajes clandestinos como una forma moderna de esclavitud. No podemos construir una República justa si permitimos que la frontera se convierta en un peaje de corrupción y sufrimiento. La historia nos juzgará por lo que hicimos o dejamos de hacer cuando el negocio del miedo se volvió rutina.
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